La UNNOBA y el INTA Pergamino trabajan en el desarrollo de una investigación que apunta a conocer la relación de las especies forrajeras con la fauna de la zona norte de la provincia, con el fin de alcanzar estrategias alternativas para el control de plagas y mejorar la calidad de esos cultivos centrales para la ganadería.
La investigación es coordinada por Omar Scheneiter, que trabaja junto a personal técnico de INTA. Juan Peña, docente de la UNNOBA e integrante del equipo de investigación, señaló: “La inquietud surgió de la necesidad de obtener más y mejor pasto para los sistemas ganaderos” y precisó que “esto motivó a indagar para conocer la relación de las especies forrajeras con la fauna presente y su manejo frente a la posibilidad de que afecten la producción y calidad de las pasturas”.
La zona de trabajo es el norte de la provincia de Buenos Aires, región a la cual se desplazaron las actividades ganaderas hacia ambientes más restrictivos, por lo cual se debe mejorar su productividad forrajera, optimizando su calidad. La iniciativa también se corresponde con la necesidad actual de la agricultura de encontrar alternativas “amigables” con el medio ambiente para el uso de pesticidas para controlar plagas y malezas.
Las acciones se desarrollan en el marco de dos proyectos, uno integrado con la UNNOBA y otro que se desarrolla dentro de la Red de INTA y en el que confluye el trabajo de varias estaciones experimentales, universidades y el Conicet.El procedimiento del trabajo consiste en recorrer las pasturas de interés, revisando y registrando la presencia de insectos. Cada quince días se realizan muestreos específicos en lotes determinados, con un diseño que se define previamente, y se recolecta y registra la presencia de “momias” de pulgones, es decir, insectos que estén siendo parasitados. El objetivo es conocer a estos organismos denominados “benéficos” para el cultivo, dado que atacan a otros que se alimentan de las pasturas.
La trascendencia
La línea de investigación es de sumo interés para el norte de la provincia de Buenos Aires, porque en esta zona se desplazaron las actividades ganaderas hacia ambientes más restrictivos, los que necesariamente deben mejorar su productividad forrajera.
“Para quienes formamos parte de la vida de una Universidad en la que se dictan las carreras de Agronomía y Alimentos, este hecho nos ubica en un lugar de mayor responsabilidad para aportar conocimientos y poder satisfacer las demandas que surgen. Esto implica optimizar los recursos y generar información nueva para mejorar la implantación, la persistencia y productividad y aumentar la disponibilidad del forraje de calidad. Son demandas propias del sistema productivo”, explicó Peña y añadió que “a su vez la agricultura debe encontrar alternativas al uso exclusivo de pesticidas para controlar plagas y malezas”.
“Hoy en día la sociedad exige sistemas productivos que sean amigables con el medio, por eso se están buscando y desarrollando técnicas de manejo alternativas al control químico que preserven el medio ambiente”, afirmó.
Hacia un manejo integrado
Consultado respecto de cuál será el “producto” final de la investigación y cuáles los aportes a la agricultura, Peña destacó que “en una primera instancia el grupo de trabajo busca obtener más y mejor pasto en ambientes con restricciones para la agricultura, para ello es fundamental saber quiénes pueden dañar o atacar los cultivos”.
En el aspecto operativo, la atención está puesta en registrar qué insectos están sobre la planta o asociados a ella, qué están haciendo y determinar si alguno es nocivo. “Además, ante la presencia de estos organismos, el objetivo es evaluar qué hacer para preservar la producción de manera eficiente y ambientalmente amigable. El producto, en estos términos, sería lograr un ‘manejo integrado de plagas’ (MIP) en las pasturas. Esta expresión se refiere a una estrategia de manejo en la que se buscan todas las técnicas alternativas que hacen al control de insectos plaga (control biológico, control cultural, control etológico, etc.) antes de tener que acudir al control químico, o al uso de pesticidas sintéticos” precisó el investigador.
El financiamiento
La financiación de la investigación es compartida por el INTA y la UNNOBA. La Universidad, por medio del otorgamiento de dedicaciones exclusivas, les paga a los docentes. El INTA aporta la infraestructura necesaria, recursos humanos y los insumos para la actividad. Al respecto, Peña confió que “la UNNOBA recientemente acreditó un proyecto de investigación, lo que permitirá concretar mayores objetivos en virtud de que la demanda de mayores recursos podrá ser financiada con esta acreditación. En marzo del año próximo posiblemente estemos en condiciones de presentar los resultados de la investigación en un Congreso en la forma de póster, lo que formalizará el trabajo y de ahí evaluaremos si es posible gestionar su divulgación en alguna publicación específica”.