“La libertad nunca es tanta”

“Hacer repetir a alguien es siempre un poco problemático”, opinó el máster en Educación Estanislao Antelo, en una entrevista que brindó a El Universitario en la que analizó la problemática del sistema educativo del país. Licenciado y profesor en Ciencias de la Educación, doctor en Humanidades y Artes, dio su particular mirada sobre el sistema de evaluación, la libertad y los límites de los jóvenes. Antelo es autor de diferentes libros sobre Educación: Pedagogía para aspirantes, El renegar de la Escuela, Los gajes del oficio. Enseñanza, pedagogía y formación.

-¿Qué le pareció el anuncio del ministro de Educación, Alberto Sileoni, de que no se repita el primer grado?

-Los anuncios no le importan a nadie. Lo que es interesante para pensar es la idea misma de repetición. Hacer repetir a alguien es siempre un poco problemático. En general los que bregan por la exigencia y esos entretenimientos un poco enfermos, olvidan el privilegio que los habita. Las cosas les salen «de una», no hace falta repetir. Quizás, repetir no esté mal, el asunto es «hacer repetir» por placer, para contemplar el error del otro, la carencia, la falencia. Por otra parte, repetir evoca el arte culinario, eso que a uno le cae mal. Yo repito el rabanito.

-¿Repetir se debería reconsiderar en todos los niveles entonces?

-Se debería desconsiderar. Tal vez sea útil usar una vieja fórmula escolar y transformar la repetición en un mandamiento que diga: te está permitido repetir todas las veces que sea necesario.

-¿Y los que no logran los objetivos de la materia?

-Deberían ser premiados. Son humanos, se equivocan. Cometen errores. Estoy con ellos. Lograr los objetivos… ¿De quiénes son los objetivos? ¿De los profesores? ¿Del ministerio? ¿O los que logran siempre los objetivos son acaso más piolas?

-Ante un escenario de “tanta libertad”, ¿Dónde quedan los límites?

-¿Dónde hay «tanta libertad»? Pasame la dirección que ya mismo voy hacia allá. Estamos lleno de restricciones, de servidumbres, de límites. Por todos lados. Nunca hubo tantos. Estamos lleno de limitados, gente cansada, perdedores, fracasados. La libertad nunca es tanta. Siempre hay que luchar por conseguir más dosis.

-¿Cómo ser justos? ¿Cómo evaluar entre el estudiante que se esmera por una alta calificación y el que no llega a aprobar?

– ¡Ah! la evaluación… Es el deporte de los adictos a la reprimenda, así los llama Philip Roth*. Los funcionarios deberían leer a Roth. La justicia escolar no existe. Si hay mérito no hay igualdad. Es lo que se llama un atolladero. El sociólogo francés François Dubet escribe sobre eso. Es como el juego “El estanciero”: De entrada se reparten las mismas fichas. Si bien no faltará quien diga que es un juego «capitalista», la idea es que desde el inicio hay igualdad. Pero lo que sucede en la escuela actual es que no la hay. Vos y yo, por el sólo hecho de saber leer y escribir, somos privilegiados.

-Pero en el sistema escolar todos saben leer y escribir.

– ¿Y por qué si todos saben leer, escribir, restar, sumar, el Peloponeso y la física cuántica, estamos haciendo esta nota? Si todo funciona bien, ¿para qué una nota?

– La sensación es que los alumnos vienen más desafiantes. Antes había más control, o sanciones, ¿es así?

-No, no es así. Nos hemos transformados en nuestros propios guías, nadie nos dice supuestamente lo que tenemos que hacer y lo que tenemos que ser. Vale para todos. Son las nuevas reglas que organizan nuestras vidas. Somos aparentemente libres pero estamos enfermos de responsabilidad.

-¿A quién culpamos si nos preguntan por qué pasa esto ahora?

– A nadie, no hay Dios. Estamos solos. Eso es lo que hemos decidido.

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