El mapa del biocombustible en el país

Claves para entender la producción. Mercado interno y externo. Investigación sobre el valor agregado que pueden tener de los residuos de esta energía alternativa. Postura crítica de ambientalistas.


Biocombustibles, políticas de Estado y mapa de la energía

¿Cómo se asocia el término bío a la palabra combustible? Ese es un primer aspecto a tener en cuenta. La investigadora Silvina Carrizo explicó que “se utiliza bío porque se produce combustible a partir de biomasa, no por una connotación ecológica sino porque su origen es orgánico”. En consecuencia, el biocombustible es aquel que se produce “a partir de materia orgánica no fosilizada”. Incluso sería más adecuado y preciso utilizar el término “agrocombustible” para los productos derivados de la soja, la caña de azúcar o el maíz. En rigor, el concepto de biocombustible es más amplio y abarca no sólo a los agrocombustibles sino también otras fuentes, como el biogás (producido a partir de residuos domiciliarios), o “el biodiesel elaborado a partir de aceites usados, residuos forestales, cultivos no alimentarios o algas”.

Mercado interno y externo

Si bien los biocombustibles son un tipo antiguo de energía (los primeros motores a explosión funcionaban con derivados de aceites vegetales), actualmente ocupan un lugar importante debido al cambio que han tenido en su escala de comercialización. Esta producción en ascenso es impulsada por una gran cantidad de países que los ven como una alternativa frente a preocupaciones que van desde lo ambiental a lo energético. “Con el consumo de biocombustibles se busca reducir las emisiones de gases efecto invernadero, por un lado, y la dependencia de los combustibles fósiles por otro”, señaló Carrizo. Brasil es pionero en esta materia, ya que hace más de 30 años avanza en la producción de etanol con caña de azúcar. Argentina sancionó la ley de Biocombustibles en 2006 y allí estableció tres posibles destinos para este producto: el autoconsumo, el mercado nacional y el mercado de exportación.

“En 2007 Argentina comienza a producir biodiesel de soja y lo empieza a exportar fundamentalmente a Europa. El primer embarque sale para Alemania y en pocos años Argentina se convierte en el mayor exportador mundial de biodiesel de soja y en uno de los mayores productores mundiales”, contó Carrizo. En Argentina también se comenzó a producir etanol con caña de azúcar, un producto destinado exclusivamente al mercado interno. La investigadora, que dirige el Centro de Estudios sobre Territorio, Energía y Ambiente en la UNNOBA, precisó que “la ley hace obligatorio, desde enero de 2010, el uso de bioetanol y biodiesel mezclados en un 5% con las naftas y el gasoil, respectivamente. Desde entonces en Argentina comenzó a crecer la demanda interna de biocombustibles y el Estado manifiesta interés en hacer crecer ese porcentaje al 10%, e incluso llevarlo en un mediano plazo a un porcentaje más elevado”.

El argumento para promover este tipo de energía es que “Argentina se ve favorecida por la abundancia en materia prima -aceite de soja- y por las tierras ricas para producir cultivos orientados al agrocombustible”. La materia prima para el biodiesel es el aceite de soja. Para las grandes aceiteras, como Vicentín, Dreyfus, Aceitera General Deheza, “es importante diversificar los clientes y sus productos, además de dar valor agregado”, opinó Carrizo. Además, la exportación de biodiesel está incentivada porque tiene tasas de retención más bajas que el poroto o el aceite de soja. “Los que están produciendo biodiesel a gran escala actualmente son las grandes aceiteras. Son muy competitivos a nivel nacional e internacional y en poco tiempo amortizan la inversión hecha”.

El Estado argentino impulsa la producción de este tipo de combustibles. La exportación permite visualizar un negocio económico rentable. ¿Hay otros objetivos? Carrizo explicó que sí: “La ley apunta a que se desarrolle la producción de biocombustibles en economías regionales y por pequeños productores. Pero en realidad la producción de biodiesel quedó concentrada en torno al puerto de Rosario, y la producción de bioetanol se concentró en los ingenios azucareros, por una cuestión de escala industrial”.


“Hay que promover diversas fuentes energéticas y usarlas para cosas distintas”

¿Qué es el glicerol? Una palabra que aparece con protagonismo a partir del fuerte impulso de los biocombustibles. De modo simplificado se puede decir que luego de producir biodiesel con soja, queda un residuo (o subproducto) que es el glicerol crudo. ¿Qué hacer con este líquido cada vez más abundante? El equipo de investigación que conduce Mónica Casella busca métodos para “darle valor agregado a esta sustancia cruda y barata” con el objetivo de que pueda ser usada en diferentes industrias como materia prima.

El biodiesel de soja se obtiene mediante un proceso químico, que es una reacción provocada por sustancias como el metanol. Como resultado se obtiene el combustible, por un lado, y el residuo denominado glicerina, por otro.

“Por cada nueve kilogramos de biodiesel se obtiene un kilogramo de glicerina”, detallan los investigadores. Como es muy costoso “purificar” esas cantidades de glicerina para venderla, el objetivo que tiene este proyecto es “encontrar otras utilidades del glicerol y que se pueda vender para recuperar algo del dinero invertido en la producción del biodiesel”. El proyecto está enfocado sobre todo a que “las cooperativas que fabrican su propio biodiesel tengan otra fuente de ingreso”, afirmaron.

Este proyecto, que se inició en 2011 con el total financiamiento UNNOBA, pertenece al campo de lo que se conoce como Química fina y que tiene el objetivo de “obtener productos que se generan en un pequeño volumen, pero que tienen precios de mercado muy elevados”.

Para ser gráfica, Mónica Casella da algunos ejemplos: “Los aditivos que se usan en los alimentos para dar un sabor o un aroma determinado pertenecen a este campo. Son sustancias con moléculas muy complejas y que se agregan en una muy pequeña proporción. Es difícil obtenerlas y es bastante costoso el proceso. Este es el encuadre de nuestro trabajo”.

Hacia un cambio de la matriz energética

Para producir biodiesel es necesario agregar una proporción de metanol, un derivado de la petroquímica, es decir que aún se sigue dependiendo del petróleo. Al respecto Casella explicó: “Como recién se está comenzando con las biorefinerías, aún es más barato comprar metanol derivado del petróleo. Sin embargo hay que tener presente que el petróleo algún día se va a terminar, aunque pensar en reemplazar el petróleo inmediatamente es imposible. Sí se puede aspirar a tener diversas fuentes energéticas y usarlas para cosas distintas. Hoy no puedo pensar en un planeta en el cual el petróleo se haya reemplazado totalmente, somos absolutamente petróleo dependientes”.


Dudas, preguntas y cuestionamientos

Las organizaciones ambientalistas se alzan en contra de los “biocombustibles” como alternativa energética. Aquí se resumen algunas de las claves de la polémica.

Ecuación y matriz energética. Desde el punto de vista de “la producción”, se gasta muchísimo combustible en producir biocombustible, por lo tanto no sería tan conveniente en cuanto al abastecimiento. Y desde “la demanda”, se critica el impulso irracional de un número creciente de vehículos para ser abastecidos sin miramientos. Una medida impulsada en muchos países, y que tiene el objetivo de modificar la matriz de la demanda de energía, es el impulso del transporte público.

El avance de la denominada “frontera agrícola”. El actual complejo tecnológico de los agronegocios y sus márgenes de rentabilidad cada vez mayores se imponen sobre otro tipo de producciones y modelos rurales. Además, los grupos ambientalistas denuncian el incremento de la deforestación y pérdida de biodiversidad debido a la creciente búsqueda de áreas cultivables para la siembra transgénica, un hecho que “se cobra la vida de selvas, bosques y montes”. Los críticos del biocombustible afirman que la destrucción de la selva es un riesgo mayor para el calentamiento global que el mismísimo combustible fósil.

Afectación de los “recursos hídricos” en el largo plazo. El consumo de agua para la producción de biocombustibles no es muy tenido en cuenta. Según explican las ONGs ambientalistas, se utilizan 12 litros de agua para destilar 1 litro de etanol de caña de azucar, a lo que hay que sumar el agua que consumió el cultivo para crecer en la tierra.

Aumento de los precios de los alimentos. El aumento de la demanda de los cultivos usados para destilar combustibles lleva a un aumento generalizado del precio. Así un alimento básico en la dieta de América como es el maíz tiene un precio cada vez mayor. El azúcar está experimentando el mismo proceso. Además, los productos más demandados -como la soja- tienden a avanzar sobre otros cultivos, generando una tendencia al monocultivo, escasez de otros productos y una consecuente alza de precios.

Fuentes: http://www.acciontierra.org y http://www.grain.org/es


¿Biodiesel o Bioetanol?

Existen dos vertientes para la producción de biocarburantes:

Bioetanol: tiende a sustituir las naftas y se produce a partir de caña de azúcar o de maíz.

Biodiesel: intenta sustituir el diesel de petróleo y se genera, sobre todo, a partir del poroto de soja.

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