Las excepcionalidades del derecho, la construcción de la identidad, las historias de vida y los procesos de destierro, recepción y retorno son tópicos sobre los cuales trabajan docentes de la UNNOBA en una investigación sobre científicos argentinos exiliados entre 1974 y 1983.
«La investigación tiene una orientación bastante antropológica, lo que significa trabajar mucho con entrevistas abiertas en las que no tratamos de buscar la veracidad básica de un hecho sino más bien la significación de las distintas etapas que vivió el exiliado”, dice la profesora Virginia Sabao, directora del proyecto.
Sabao explica que es muy difícil encontrar significaciones comunes porque lo que surge con más fuerza de las entrevistas son “historias de vida”, aunque aparecen algunos fenómenos colectivos bajo la figura de sudamericanos o de refugiados, por ejemplo.
Después de estudiar varias investigaciones que se han hecho sobre la última dictadura, afirma que los temas más tratados están vinculados con la desaparición de personas, detención forzada y, con más desarrollo, lo que tiene que ver con los movimientos de derechos humanos en la Argentina.
“El exilio es uno de los temas que menos se ha trabajado. Y creo que tiene que ver con que a partir de su condición de exiliado, aparece como un sujeto que, por los movimientos que ha sufrido de erradicación, en ningún territorio logra construir una identidad local”, apunta.
Dice que en la actualidad muchos de los ex presos o exiliados están llegando a la tercera edad y sus historias se van perdiendo en el boca a boca, en historias familiares. “Por eso me interesa también esta investigación. Estos científicos tienen mucho que decir sobre la ciencia que hacemos y la ciencia que no hacemos. Tienen mucho que decir sobre los procesos a partir de los cuales los colectivos científicos se fueron estructurando en nuestro país”, añade.
La idea es hacer una especie de banco de historias de vida y luego hacer un análisis sobre la significación de las experiencias de destierro, recepción y retorno. Si bien la investigación está en proceso aún, surgen algunas particularidades: “Hay algunas formas jurídicas que son importantes de analizar, como la de los Opcionados. A algunos presos el Estado les daba la opción de seguir presos o abandonar el país. Son dos formas jurídicas de castigo, de penalización, se pensaba el castigo bajo dos formas: prisión o destierro… ¿Qué pasa con un derecho penal (derecho entre comillas) que toma el destierro como un castigo?”, se pregunta.
En cuanto a la recepción, también los estados que han tenido en sus senos a exiliados los han categorizado: “No es lo mismo para quienes eran recibidos como refugiados que para quienes eran considerados ilegales o les daban la ciudadanía. Lo que surge es la dificultad que han tenido para construir su propia identidad individual y algunas identidades en colectivo”.
Paralelamente, si bien el hecho de contar con un título significó para muchos de los exiliados llegar a un país con un capital importante, no todos tuvieron oportunidad de ejercer su profesión. En algunos casos porque las condiciones laborales del país que los recibía eran mejores. A otros les fue peor: por ejemplo algunos filósofos o filósofas, que trabajaron limpiando casas.
En cuanto al regreso a la Argentina, Sabao dice que ha sido muy distintos en los 80, los 90 o los 2000. “No hubo políticas de Estado fuertes para contener a los científicos que volvían o querían volver del exilio. En los 80 las universidades daban un plazo de 20 días para que retomen sus cargos a quienes habían tenido que irse del país. Esa medida habla por sí sola”.
Pero en los últimos años han surgido algunas iniciativas que la profesora considera importantes, aunque no suficientes. “Se han creado redes que tienden a categorizar y revalorizar a estos científicos, pero han captado más a los jóvenes que se exiliaron en los 90 por cuestiones económicas que los que debieron irse en los 70 por cuestiones políticas”.
El retorno en el marco familiar es heterogéneo: hay casos de parejas que se han separado a la hora de volver porque algunos de los dos temía regresar y se quedaba. También hay casos de quienes han vuelto progresivamente al país: se vincularon académicamente con Argentina, venían a dar seminarios o postgrados. Incluso hay quienes en la actualidad viven seis meses en el país y seis meses en donde fueron recibidos.
“Hay estrategias de vinculación para regresar. Esto tiene que ver con que en muchos casos el regreso no deja de funcionar como una utopía”, afirma.
Sabao dice que pesa mucho la etapa de la vida en la que están actualmente: “Muchos de ellos tienen 70 años y tienen mucho interés por esa idea de retorno. Lo digo en un sentido amplio y no solo territorial, pues aparece el interés por volver a lugares, a la familia, a la niñez, al país… hay lugares imaginarios a los que quieren regresar. Aparece mucho la idea de transmitir la experiencia de vida”.
Finalmente, Sabao dice que otro motor que la impulsó a desarrollar esta investigación tiene que ver con lo que ha encontrado en las aulas como profesora: “Hay alumnos de 18 años que directamente niegan la dictadura. Es importante hacer visible lo que aparece como invisible”.
Sabao es directora de esta investigación en la UNNOBA, donde se desempeña como profesora titular de «Perspectivas socioculturales sobre ciudadanía» de la carrera de Abogocía. También colabora en este proyecto el profesor Alejandro Casas, titular de Sociología Jurídica.
Muy original la temática abordada desde una pespectiva antropológica que permite contarla desde las representaciones que construyó cada uno en el exilio y en el momento del retorno al país.
felicito a Virginia Sabao como directora del proyecto y y a Alejandro Casas. Sería bueno Alejandro, si hay material para analizar, trabajar con los alumnos de Historia Económica y Social para que vean las implicancia y derivacones de las políticas neo liberales en Argentina que desarmaron y destruyeron los centros de investigación que eran sostenedores de procesos productivos independientes