Leer y pensar en la era digital

Los hábitos y las destrezas relacionados con la lectura determinan/inciden el desarrollo de las personas de múltiples maneras: en las potencialidades laborales, el ejercicio de la ciudadanía o el pensamiento crítico en general. La irrupción de las nuevas tecnologías de la información (TICs) permite emerger nuevos tipos de textos y prácticas de alfabetización. Pero, ¿siguen siendo importantes, entonces, las viejas premisas de la cultura letrada?

Para la lingüista María Silvia Biancardi, “la adquisición de las destrezas de la lectura permite acceder a diferentes fuentes, comprender lo que se lee, seleccionar con qué se está de acuerdo y con qué no”.

“¿Dónde sino en la escuela se adquieren de manera igualitaria esas destrezas?”, se pregunta la docente del taller “Escritura literaria” de la Secretaría de Extensión Universitaria.

Uno de los grandes temas para la Lingüística es la relación entre el pensamiento y el lenguaje. “Al acceder a textos más complejos, se accede también a modos de pensamiento más complejos”, reflexiona Biancardi.

A partir del uso intuitivo de la “red de redes”, la docente opina que se ha extendido el problema en los estudiantes (tanto del nivel medio como del superior) de diferenciar las ideas propias, de las de otros autores. “Esta imposibilidad de los estudiantes lleva al plagio y a la práctica extendida del copiar y pegar”, advierte.

El problema del plagio es uno de los más resonantes en la tortuosa relación que hay entre educación y nuevas tecnologías: “En los textos académicos, por ejemplo, la cita tiene como finalidad reforzar una idea propia o refutar una posición reconocida. En tanto se pierden estos límites entre la voz propia y la voz ajena, se diluye la riqueza de esa estrategia y se empobrece la producción académica”.

Aunque sea difícil establecer una relación entre las nuevas tecnologías y las problemáticas señaladas, sí es posible iniciar la descripción de nuevos fenómenos: “La lectura digital va claramente desarrollando otras capacidades como, por ejemplo, el acceso y la creación de nuevos géneros discursivos”.

“Twitter se destaca porque implica compartir una idea en un número reducido de caracteres, lo que obliga a pensar de modo diferente al habitual. También es interesante la participación en foros y chats, que resulta un híbrido entre la escritura y la oralidad”, grafica Biancardi.

Tecnologías para democratizar

En ciertos momentos, los estados impulsan políticas públicas de difusión de libros en papel. “No creo que sean un desperdicio de dinero o esfuerzo, en tanto hay detrás una selección cuidadosa de textos por parte de expertos. Y generalmente son buenas selecciones”, opina.

“El problema es cuando no hay estrategias culturales de seguimiento y aplicación de esos libros en alguna práctica de alfabetización concreta”, aclara la licenciada en Letras (ver recuadro).

Biancardi no duda en relacionar este tipo de políticas de difusión con las estrategias llevadas adelante con las netbooks escolares. “Un día se decidió repartir netbooks para todos y fue una excelente idea, ya que muchos que no tenían computadora pudieron tenerla. Sin embargo allí apareció el problema de la capacitación docente”. Y continúa: “La política de incorporación de las netbooks o de los libros en papel en las escuelas son el resultado de un proceso de fetichización, esto es la tendencia a ver en un soporte o un programa particular algo que en sí mismo soluciona problemas”.

La relación papel-digital toma otro color al considerar una de las instituciones fundamentales para la difusión del libro: la biblioteca. En primer lugar, para Biancardi “sin el acceso a internet desde la escuela pública es imposible considerar la biblioteca digital para el aula”. En segundo término considera que no hay que pensar la biblioteca digital como opuesta a la de papel. “Las bibliotecas públicas son espacios colmados de saber e información, son depósitos de la historia de un lugar, y sin embargo cada vez más se las va dejando de lado”, resalta.

Una de las ventajas que actualmente tienen las bibliotecas en papel es su perdurabilidad. “Sabemos que los soportes tecnológicos de almacenamiento digital tienen una vida útil breve -explica la especialista-, mientras que podemos preservar libros en papel durante cientos de años. En este sentido, la pérdida del papel sería hoy algo catastrófico. La Historia, como ciencia, estaría condicionada al relato de lo cercano”.

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Alfabetizar, mucho más que enseñar a leer y a escribir

 Es común la reducción de la idea de alfabetización a los términos de saber leer y a escribir. Desde siempre implicó mucho más que eso. En realidad la alfabetización es una interacción con el mundo donde se lee y se escribe, y cuanto más complejo es ese mundo mayores serán los conocimientos requeridos para un adecuado desempeño.

Para académicos y pensadores de la educación, la alfabetización “emerge como una parte íntegra de la conciencia humana, es la capacidad de comunicación efectiva de unos con otros, de intercambiar conceptos e ideas, de realizarse plenamente en el contexto social en el que cada uno está inserto”. “Sin la alfabetización los seres humanos serían incapaces de participar activamente en la vida y lograr su potencial total como individuos” (Alan Farstrup).

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